Consejos

La importancia del estilismo en la percepción de género

Cuando hablamos de percepción de género, lo primero que viene a la mente son las cirugías de afirmación de género facial. Pero ¿y si te dijera que hay otros aspectos que influyen en cómo las personas te leen? El cabello, las pestañas, las cejas, la piel… todos estos detalles impactan en cómo la sociedad te percibe. ¿Hay una razón detrás de ello?

Exploraremos juntos en este artículo qué detalles considera la sociedad como masculinos o femeninos.

Cómo la sociedad interpreta la feminidad y la masculinidad

Desde jóvenes aprendemos a asociar ciertos estilos con el género. La sociedad suele codificar el cabello largo y brillante, las pestañas rizadas, la piel suave y las cejas finas y definidas como femeninas. Mientras tanto, los cortes de pelo cortos, cejas pobladas, pestañas naturales y piel con textura suelen leerse como masculinos.

Estas no son verdades biológicas, sino narrativas culturales. Cambian con el tiempo, el lugar y las tendencias. En los años 20, por ejemplo, las mujeres con corte bob (melena corta, generalmente por encima de la mandíbula, que se caracteriza por una forma recta o ligeramente escalonada) eran vistas como rebeldes y ultrafemeninas; en otras épocas, el mismo corte se percibía como masculino. La moda y el estilismo evolucionan, al igual que los estereotipos que los acompañan.

Comprender estas asociaciones ayuda a explicar por qué muchas personas sienten presión para verse de cierta manera con el fin de ser reconocidas dentro de un género u otro, al mismo tiempo que demuestra lo arbitrarias y frágiles que son estas reglas.

El cabello como símbolo de expresión de género

El cabello siempre ha sido mucho más que un rasgo biológico: es un símbolo de identidad, cultura y pertenencia. Su longitud, textura, estilo y color comunican mensajes sobre edad, género, personalidad e incluso estatus social.

Históricamente, el cabello largo y cuidado se ha asociado a la feminidad, mientras que los cortes cortos y prácticos a la masculinidad. Aunque estas normas están cambiando, el peinado aún influye fuertemente en cómo se percibe el género de una persona.

El simple hecho de dejarse flequillo o raparse los laterales puede cambiar la manera en que los demás nos perciben, lo que demuestra la centralidad del cabello en la percepción de género.

La importancia de las cejas

Aunque pequeñas, las cejas modelan el rostro de forma poderosa. La forma, el grosor y el peinado de las cejas pueden indicar sutilmente feminidad, masculinidad o androginia, y pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia en cómo se percibe a una persona.

Tradicionalmente, las cejas más finas, arqueadas y cuidadas se asocian culturalmente con la feminidad. Tienden a crear un aspecto levantado y abierto que suaviza los rasgos faciales y atrae la atención hacia los ojos, complementando otros rasgos que la sociedad relaciona con un aspecto femenino.

Al mismo tiempo, las cejas más gruesas, más rectas y menos esculpidas se interpretan a menudo como más masculinas, dando un marco más fuerte o anguloso al rostro. Esto no significa que un tipo de ceja tenga un género inherente; se trata de asociaciones puramente sociales, pero están profundamente arraigadas, por lo que influyen mucho en las primeras impresiones y en la percepción del género.

Es interesante la importancia que la sociedad da a algo tan pequeño como las cejas a la hora de interpretar el género. Sin embargo, cualquiera que observe rostros reales sabe que esto no es cierto. Las mujeres con cejas naturalmente pobladas y marcadas siguen siendo percibidas como femeninas, y los hombres con cejas más suaves como masculinos. Estas expectativas tienen menos que ver con la biología y más con las normas arbitrarias que la sociedad impone para clasificar a las personas.

La piel y el mito de la perfección

En los medios de comunicación, la piel lisa, brillante e «impecable» se presenta a menudo como el ideal femenino por excelencia. Mientras tanto, la piel rugosa o con textura se codifica como masculina. Este estereotipo se ve reforzado por las industrias de la belleza que comercializan productos para el cuidado de la piel casi exclusivamente para mujeres, dando a entender que el cuidado de la piel es una responsabilidad femenina.

Pero la piel no tiene género. Es el órgano más grande del cuerpo, que se protege y renueva constantemente. La genética, las hormonas, el estilo de vida y el entorno influyen en su aspecto. Tanto si adoptas las rutinas de cuidado de la piel como un ritual de autocuidado como si las mantienes al mínimo, ninguna de las dos opciones te hace más o menos femenino o masculino.

Rituales de estilismo: herramientas, no reglas

El maquillaje, el peinado y el arreglo personal suelen considerarse requisitos de la feminidad. Se espera que las mujeres dediquen más tiempo y dinero a los rituales de belleza que los hombres, lo que refuerza el estereotipo de que su valor reside en la apariencia. Para las mujeres trans, esta presión puede ser aún mayor, ya que pasar o ser leído correctamente está ligado a la seguridad, la comodidad y el reconocimiento.

Me gusta ver estos rituales no como obligaciones, sino como una forma de arte. A algunas personas les encanta la creatividad del maquillaje, la satisfacción de peinarse o el ritual del cuidado de la piel. Otros los ven como tareas o simplemente innecesarios. Ambas perspectivas son válidas. Lo que importa es la elección, no la conformidad con la idea de género de otra persona.

Lola, nuestra maquilladora, te enseña a maquillarte.

Tu identidad no está en la superficie

Sí, el pelo, las pestañas, las cejas y la piel influyen en cómo la sociedad percibe la feminidad y la masculinidad. El estilo puede influir en cómo te ve la gente, pero nunca puede definir quién eres. El género no está en los detalles de tu apariencia; está en tu verdad, tu historia y tu identidad.

Este artículo ilustra algo clave: la percepción del género es flexible y depende del contexto. Los estereotipos de la sociedad son directrices, no normas. Las cejas gruesas y pobladas pueden considerarse femeninas, sobre todo si van acompañadas de otros rasgos femeninos como pestañas más suaves, expresión facial o peinado. Por el contrario, unas cejas finas y muy arqueadas no hacen que alguien parezca automáticamente femenino si los demás rasgos sugieren masculinidad.

Al fin y al cabo, la feminidad y la masculinidad son construcciones sociales. Son relatos creados por la sociedad y cambian constantemente. Lo que no cambia eres tú: tu identidad, tu valor, tu singularidad. El estilo puede cambiar la forma en que el mundo te percibe, pero solo tú puedes definir quién eres.

Autor

  • Victoria Vera

    Hola, soy Victoria Vera, especialista en redes sociales y creadora de contenidos en Facialteam. Mi viaje dio un giro emocionante cuando tuve la oportunidad de formar parte de Facialteam, ¡una experiencia que me cambió la vida! Desde el primer minuto, el equipo me ha apoyado y animado mucho. Me siento especialmente satisfecha de poder contribuir a la comunidad trans y LGBTQA+ con nuestro trabajo. ¡Espero conoceros pronto! Sigamos en contacto a través de las redes sociales de Facialteam.

    Ver todas las entradas