Cómo hacer ‘tucking’ de forma segura y cómoda
El tucking puede tener significados muy distintos según la persona. Para algunas, es una manera de sentirse más a gusto en su cuerpo. Para otras, un modo de que la ropa se vea como desean. A veces es una herramienta de afirmación, otras una cuestión de seguridad al estar en espacios públicos. Y a veces, simplemente, es un recurso que aporta calma y confianza. Sea cual sea tu motivo, lo importante es que el tucking nazca del cuidado hacia ti misma, nunca de la presión de encajar en lo que el mundo espera.
Muchas mujeres trans, personas transfemeninas y de género no conforme lo exploran en algún momento. Sin embargo, sigue siendo un tema del que casi no se habla abiertamente. Es común que cada una lo descubra sola, en su habitación, frente al espejo, mezclando curiosidad, dudas e incluso miedo. Por eso es tan valioso hablar de ello con claridad, desde la tranquilidad y sin secretos. Esta guía pretende acompañarte desde el cuidado: por tu cuerpo, por tu comodidad y por tu derecho a sentirte en casa dentro de ti misma.
Qué es el ‘tucking‘
En esencia, el tucking consiste en colocar el pene y los testículos de forma que la zona entre las piernas se vea más plana. Esa es la acción técnica, pero el significado que tiene para cada persona es mucho más amplio. Hay quien lo hace a diario, otras solo para ciertas ocasiones, y también quienes no lo hacen nunca. Todas esas opciones son igual de válidas. Tu relación con el tucking no define tu identidad ni tu feminidad.El proceso no se vive igual para todas. Tu anatomía, tu comodidad, los cambios hormonales o incluso el tipo de ropa que uses influirán en cómo se siente. Lo más importante: no debe doler nunca. Tu cuerpo sabe cuándo algo no está bien, y si sientes dolor, presión intensa, hormigueo o molestia, es momento de parar.
Antes de empezar: entender tu cuerpo y tus límites
Hacer tucking requiere cierta familiaridad con tu anatomía. Los testículos están conectados por los cordones espermáticos, que son delicados y no están diseñados para soportar tirones o giros bruscos. Escuchar al cuerpo es fundamental: la incomodidad es un aviso, el dolor es una señal clara de detenerse.
Si estás en terapia hormonal, si has tenido una orquidectomía o si tu cuerpo ha cambiado con el tiempo, es posible que el proceso se sienta diferente. Nada de esto está “mal”: simplemente significa que necesitas adaptar la técnica a ti, no al revés.
Qué puedes usar para hacer tucking
Para hacer tucking no hace falta complicarse. Muchas personas usan gaffs o ropa interior diseñada específicamente para mantener todo en su sitio de forma segura y cómoda..
Gaffs o ropa interior ‘tucking’
Son prendas creadas con la anatomía trans en mente, pensadas para ofrecer sujeción sin dolor ni compresión excesiva.
Marcas como TransLingerie, fundada por Silvia Matos en España, han desarrollado ropa interior que no nace de la teoría, sino de la experiencia real de cuerpos trans. Usan tejidos transpirables, patrones adaptados y ofrecen variedad de tallas que se ajustan a necesidades diversas.
Kits de vendaje o cinta adhesiva médica
También existen opciones con cinta médica o kits de tucking. Si eliges este método, lo esencial es utilizar únicamente adhesivos aptos para piel. Jamás uses cinta americana o materiales agresivos; además de dolorosos, pueden causar heridas o irritaciones severas. Los adhesivos médicos, como los de Unclockable, están diseñados para acompañar el movimiento sin dañar la piel. Aun así, conviene probarlos antes en otra parte del cuerpo para asegurarte de que no te provocan reacción
Cómo hacer tucking paso a paso
Hay dos métodos principales, y con el tiempo descubrirás cuál se ajusta mejor a tu cuerpo.
1. Tucking tradicional
El tucking tradicional consiste en guiar suavemente los testículos hacia arriba, hacia los canales inguinales desde los que descendieron durante la pubertad. Hacer esto tumbada puede facilitarlo. Si en algún momento algo duele o notas resistencia, para. No es un proceso que deba forzarse. Una vez que todo está colocado, el pene se lleva hacia atrás y se mantiene en posición con cinta o con una gaff.
2. The gaff-only method
El segundo método es más sencillo y suave: usar solo una gaff, sin introducir los testículos en los canales inguinales. Simplemente llevas todo hacia atrás entre las piernas y te pones la prenda ajustada para mantener la forma. Quizá el resultado no sea tan plano, pero suele ser mucho más cómodo, especialmente si planeas pasar muchas horas así.
Cómo mantener el tucking seguro y sin dolor
La regla más importante es esta: si duele, no está bien. Cualquier molestia persistente es señal de que algo hay que ajustar o pausar. También es importante no hacer tucking durante demasiadas horas seguidas, especialmente si usas cinta. La piel necesita aire, descanso y movimiento.
Evita dormir haciendo tucking, ya que puede comprometer la circulación y provocar irritación. Y si usas cinta, quítala siempre con suavidad, nunca de un tirón: el agua templada o un poco de aceite pueden ayudarte a retirar el adhesivo sin lastimar la piel.
Mantener la zona limpia y seca es otro factor clave. La humedad, especialmente en combinación con la fricción o el adhesivo, puede crear irritaciones que después tardan en sanar.
Si algo no mejora o tienes dudas, acudir a un profesional de la salud —idealmente con experiencia en cuerpos trans— puede darte tranquilidad y orientación.
Darte tiempo: el aprendizaje también es autocuidado
Aprender a hacer tucking es un proceso. A veces funcionará a la primera; otras, necesitarás intentarlo varias veces hasta encontrar la forma más cómoda. No existe un único modo “correcto”: existe el modo que funciona para ti.
Recuerda siempre que el tucking no te hace más ni menos mujer, más ni menos femenina, más ni menos válida. Es solo una herramienta disponible para ti, y tú decides cuándo, cómo y si quieres usarla.
Trátate con paciencia y con cariño. No estás haciendo nada mal si te toma tiempo aprender. Estás cuidándote a tu manera, y eso ya es admirable.